Los bancos centrales siguen en su lucha contra la inflación y por el momento parece que están teniendo éxito.
La inflación ha descendido. Sin embargo, tanto en Europa como en Estados Unidos, como predijeron algunos economistas hace tiempo, la inflación subyacente es más alta que la total. Esto se debe principalmente al descenso del precio de la energía actual comparado con su precio de hace un año.
El descenso de los precios de la energía debería arrastrar finalmente a la inflación subyacente a la baja, junto con la política monetaria de los bancos centrales.
Mientras tanto, la crisis bancaria creada en Estados Unidos por la subida de tipos parece estar controlada. La Fed ha permitido a los bancos medianos norteamericanos poder descontar su cartera de bonos y no tener que venderlas con pérdidas en el mercado.
De nuevo los Bancos Centrales han tenido que salir a ayudar a los bancos comerciales para evitar una crisis mayor.
Como siempre los agoreros se enfrentan a los optimistas. Últimamente van ganando los optimistas. La inflación parece más controlada, la crisis bancaria solucionada y puede ser que volvamos a la situación previa al rebrote de la inflación.
De ser así parecería que el brote de inflación se hubiera debido a un shock de oferta causado por el frenazo y posterior acelerón de la economía tras la pandemia.
Como se ha dicho, volveríamos en un tiempo a la situación previa a la pandemia tras unas probables últimas subidas de tipos de los bancos centrales.
Sin embargo esta situación previa a la pandemia no era del todo satisfactoria. A pesar de unos tipos de interés más bajos, el crecimiento económico no despegaría. Ademas, la situación monetaria no sería satisfactoria, pues seguiríamos en una situación de anormalidad monetaria con los bancos centrales teniendo sus balances inflados debido a los QEs realizados en el pasado.
La salud de los bancos comerciales tampoco sería la mejor, con algunos de ellos en difícil situación.
¿Quién tendrá razón? ¿Los agoreros o los optimistas? Veremos.