Según indica Thomas Piketty en su libro “Breve historia de la igualdad”, el valor total de la propiedad privada en el Reino Unido, Francia y Alemania en vísperas de la Primera Guerra Mundial equivalía entre seis y ocho veces la renta nacional. El valor total de la propiedad se redujo en la década de 1950 a entre dos y tres veces la renta nacional.
La caída se explica, en parte, por la destrucción de bienes (fábricas, edificios, casas, etc.) como consecuencia de los combates y bombardeos durante las dos guerras mundiales.
El período entre 1950 y 1973 ha sido clasificado por muchos economistas como “los años dorados”. El PIB real creció a un 4,8% anual en los 16 países líderes de la OCDE.
Sin duda podemos sacar la conclusión que mucho de ese crecimiento de “los años dorados” fue para reponer esa propiedad privada destruida durante las dos guerras.
Pero, ¿qué ocurre si esa propiedad privada ya ha sido repuesta? ¿Se verá el crecimiento afectado? Sin duda, sí, puesto que habrá menos cosas que “necesiten ser producidas”.
Las crisis actuales en la economía mundial son crisis de crecimiento. En los diez años posteriores a la crisis del 2008, los EE.UU. crecieron de media un 2% con unos tipos de interés que rondaban el 0%. Son cifras muy bajas.
El primer país que inició la política monetaria no convencional, Japón, lo hizo porque su crecimiento era ínfimo y corría el riesgo de entrar en deflación.
Actualmente, uno de los mayores temores existentes es que se produzca la estanflación, donde convivan la inflación y un crecimiento exiguo.
Estos bajos crecimientos se producen porque probablemente actualmente la relación entre propiedad privada y renta nacional sea muy alta. En cierto modo, hay que adecuar los sistemas a unas tasas de crecimiento bajas.
Además, la economía de internet no ha generado los crecimientos esperados. Muchos de sus productos son sustitutos de los ya existentes, satisfacen necesidades que ya satisfacían otros productos, aunque de manera mucho más eficaz.
¿Puede el sistema capitalista sobrevivir sin crecer? La solución está en una mejora en la calidad de la economía y no de la cantidad. Por ejemplo, haciendo la economía más verde al ritmo adecuado, y mejorando otros indicadores de nivel de vida que no pasen necesariamente por el PIB.
Indicadores de salud, de igualdad, de satisfacción laboral, de progreso cultural, porcentaje de universitarios, seguridad, son campos en los que se puede mejorar sin que se vean reflejados en el PIB pero que pueden ser conseguidos si se tiene una economía de mejor calidad.