Sin duda, las políticas de los bancos centrales será uno de los factores que más influencia tendrá en el discurrir económico mundial del 2023.
La aparición de la inflación ha llevado a éstos a subir los tipos de interés para conseguir atajarla y llevarla a niveles más asumibles de entornos del 2%. Los Estados Unidos llevan unos seis meses de anticipación frente a Europa en cuanto a la política monetaria por lo que lo que ocurra allí será un anticipo de lo que puede pasar en el viejo continente.
Se pueden distinguir dos aspectos: la economía productiva y la economía financiera. Desde el punto de vista de la economía productiva hay altas probabilidades de que el alza de los tipos de interés produzca una recesión, de mayor o menor calado, en cuyo momento los bancos centrales tendrán que elegir entre detener la recesión y una inflación más baja. Existen posibilidades que ante los daños que pueda tener una recesión los bancos centrales “pivoten” y detengan la subida de los tipos de interés.
Sin embargo, la posible recesión puede tener efectos negativos en la economía financiera. Existen riesgos en la misma que siguen latentes desde la crisis del 2008, debido sobre todo a un alto endeudamiento a nivel mundial.
Credit Suisse, Deutsche Bank, la deuda pública de los países del sur de Europa, los fondos hipotecarios británicos, la deuda en dólares en los países emergentes, la deuda subprime corporativa en Estados Unidos, impagos hipotecarios por la subida de tipos, son algunos de los cisnes negros financieros que pueden asomar durante el 2023 debido a la subida de tipos y a los efectos de una posible recesión.
En cierto modo, la política monetaria de los bancos centrales a partir del 2008, fue una bajada de tipos y unos programas de QE para ayudar al sistema financiero. Ahora, debido a la inflación, estos programas se deben retirar paulatinamente, por lo que el sistema financiero debe demostrar su capacidad para funcionar sin estos estímulos.
Es de destacar que la política fiscal de los gobiernos ante la inflación está siendo en muchos casos contraria a la monetaria, incluyendo estímulos que pueden tener un efecto negativo sobre la inflación. Es justo defender a los más necesitados ante los efectos negativos de la situación económica, pero esta ayuda debe llegar a los segmentos que realmente lo necesitan y no a todas las capas de la sociedad, pues esto puede hacer que se incremente la inflación.
Según el Prof. Ramón Tamames, en su libro “Capitalismo: el gato de más de siete vidas”, el capitalismo ha demostrado a lo largo de la historia su capacidad de adaptarse y sobrevivir a todo tipo de crisis.
Sin duda, el 2023 es un año en el que el sistema se enfrenta a una encrucijada, debido a la combinación de la crisis de la economía productiva (que no se daba desde los años 70) y la crisis financiera (no resuelta completamente desde el 2008).
Sin embargo, existen muchas formas en que la economía se puede adaptar a esta difícil situación. No queda muy lejos, en España, la desaparición del Banco Popular tras ser absorbido por el Banco de Santander. Situaciones similares pueden ocurrir donde instituciones financieras desaparezcan, con la pérdida de dinero para ciertos inversores, pero que no afecten a la situación global de la economía.
También es de destacar la fortaleza de la economía productiva. Ésta ha sobrevivido a una pandemia como la del Covid-19, que había llevado contra las cuerdas a la economía mundial en cuestión de días, desarrollando, entro otras cosas, tecnología de trabajo a distancia en tiempo récord. Del mismo modo cabe esperar que sea capaz de adaptarse a nuevas situaciones de tensión surgidas por la inflación.
En definitiva, ante la situación actual de la economía, 2023 puede representar una situación de oportunidades, donde las nuevas tecnologías seguirán ofreciendo nuevos servicios de cada vez mayor utilidad a la población y donde, a través preferiblemente de una adaptación suave, se produciría una “desfinanciarización” de la economía, a través de una reducción de las altas cifras de endeudamiento mundial que pueden significar un estrangulamiento de la economía productiva por parte de la economía financiera.