A priori es difícil establecer una relación entre el sector de la nueva economía y la política monetaria de los bancos centrales. Sin embargo, si profundizamos un poco podremos ver que si la hay.
Vivimos en una economía de mercado. Pero seríamos muy ingenuos si no nos diéramos cuenta de que los estados, en parte, dirigen la economía y diseñan cuales son los sectores de la misma que deben crecer más. Esto lo podemos comprobar actualmente con el impulso que se pretende dar a la economía verde, a través de las energías renovables y, por ejemplo, los coches eléctricos.
Unas décadas antes se vio que el nuevo dorado de la economía podía ser todo lo relacionado con internet. No hay que olvidar que internet fue un proyecto, originalmente, promovido por el gobierno de los Estados Unidos. Sin duda se esperaba que la nueva economía tirase del carro del crecimiento de la economía global.
Este interés por la nueva economía provocó fenómenos financieros como la burbuja de las empresas .com. Pero fundamentalmente, el mayor efecto vino dado por el hecho de que estas empresas no producen el crecimiento esperado y tampoco absorben el capital que genera la economía.
Y, sin embargo, son empresas tremendamente exitosas y que aportan mucho a la sociedad. ¿Por qué no generan crecimiento? Fundamentalmente porque la mayoría de ellas ofrecen servicios que ya existían, pero digitalizados. Muchísimo más eficaces y amplios, pero sustitutivos.
Amazon es una megaempresa de venta por catálogo. Ese tipo de empresa ya existía. Lo que ofrece Amazon es un nuevo tipo de distribución, que sustituye a la distribución tradicional. Facebook ofrece ocio a través de las redes sociales, sustituye, en parte, a los anuncios tradicionales por televisión. Netflix ofrece cine en tu propio domicilio, sustituyendo al cine tradicional. Es cierto que empresas como Apple, si ofrecen cosas que no existían anteriormente, como es un móvil, pero también se puede considerar como un producto sustitutivo del teléfono fijo tradicional.
¿Por qué no absorben el capital esperado? Este tipo de empresas no necesitan grandes inversiones. Todos hemos oído que algunas de estas grandes empresas de internet comienzan con un ordenador en el garaje de la casa de su fundador. Sólo necesitan una infraestructura informática.
Estos dos efectos (falta de crecimiento de la economía y falta de absorción del capital) producen efectos no conocidos hasta ahora. El bajo crecimiento hace que estructuralmente haya tipos de interés bajos, que, sin embargo, no consiguen el crecimiento esperado. Esto es lo que ocurrió mundialmente hasta la llegada del Covid y la inflación.
La no absorción del capital hace que la economía no absorba este dinero en forma de inversión, y que este capital se invierta en sectores, como el inmobiliario, haciendo que los precios de la vivienda, de tan primera necesidad para los ciudadanos, suban hasta precios no asumibles.
Demonizar a las empresas de las nuevas tecnologías es un error. Son tremendamente beneficiosas para la sociedad. Algunas de ellas tienen más tesorería que un país, y es difícil vislumbrar la cantidad de proyectos de futuro que desarrollan, que pueden generar grandes avances.
Pero el marco monetario y fiscal se debe adaptar al nuevo entorno. El crecimiento ya no viene por grandes empresas industriales intensivas en capital. De hecho, probablemente estemos en una economía crónicamente con bajo crecimiento y exceso de capital.
Para afrontarlo se debe crear un marco fiscal que penalice a ese gran capital, para que los flujos de excedentarios de este capital terminen en consumo, a través de un estado eficiente, que, este sí, consiga dígitos de crecimiento aceptables.