El principal problema de la Unión Europea radica en la
desigualdad de las economías del norte las del sur. Así, por ejemplo, los países del sur de Europa tienden a tener
déficits públicos más altos que el norte. En 2018 Italia tuvo un 2,1%, y España un 2,5%, mientras que por ejemplo, Alemania y Países Bajos tuvieron un
superávit ese mismo año del 1,7% y del 1,5% respectivamente.
En cuanto al
PIB per cápita, en 2018, las cifras de Alemania y Países Bajos son de 41.350€ y 46.820€ respectivamente, mientras que las de Italia y España son 29.610€ y 26.420€ respectivamente. En cuanto al desempleo, Alemania y Países Bajos tienen, en 2020, una tasa de 3.2% y 2,9% respectivamente, mientras que España e Italia tienen unas tasas de 13,7% y 9,8% respectivamente.
Moneda única ¿una ventaja para todos?
La existencia de una moneda única no ayuda a disminuir estas diferencias.
Normalmente, las monedas de las economías menos competitivas se devalúan, haciendo que sus productos puedan competir mejor. Con el
euro esto no es posible, y muchas empresas del sur de Europa se ven obligadas a cerrar, al no poder sobrevivir en un mercado único.
Además,
la moneda única tiene otro efecto negativo para los países del sur de Europa. Alemania tiene un
superávit comercial muy grande con los países extracomunitarios. Esto hace que el euro se aprecie y que los productos de los países del sur de Europa, y sus servicios, como el turismo, sean menos competitivos.
Del mismo modo, cuando se producen diferencias económicas de este estilo, los países consiguen disminuirlas a través de sistemas fiscales redistributivos. De tal manera que los países más ricos, o las regiones más ricas, pagan más, y se produce una transferencia de rentas de las zonas más ricas a las más pobres. Esto no ocurre
en Europa, donde cada país tiene su sistema fiscal independiente.