El Covid-19 ha tenido un gran impacto económico a nivel mundial que, unido a la crisis energética y monetaria, nos hace preguntarnos qué pasará en los próximos años.
La pandemia de coronavirus y las medidas tomadas para frenar su expansión, han tenido un fuerte impacto en la economía mundial. Se estima que ha habido una contracción del PIB mundial de un -3,3% en 2020, aunque se proyecta que la economía mundial registrará un crecimiento del 6% en 2021.
Estos datos son más preocupantes en muchos de los países con economías más desarrolladas. China consiguió un crecimiento del 2,3% del PIB en el 2020, pero Estados Unidos tuvo una contracción del -3,5% o España del -11%. El mayor peso del turismo en la economía española explica en parte esta mayor caída.
Estas caídas han sido menores de lo esperado, debido a las nuevas técnicas de trabajo implementadas (teletrabajo), a la rapidez en el desarrollo de las vacunas y a las ayudas puestas en marcha por los gobiernos.
Las ayudas puestas en marcha por el gobierno han consistido en ayudas directas a las empresas y ayudas a los trabajadores en forma de distintos tipos de subsidios de desempleo (p.ej. ERTES en España).
El parón en la economía ha hecho que el endeudamiento de familias, empresas y gobiernos creciera en 24 billones de dólares en 2020, más que en la crisis de 2008 y que éste supere el 355% del PIB global.
Pero lo más destacable de esta situación es lo atípico de la misma. Es un parón económico extraordinario, que produce desequilibrios en la economía. Por ejemplo, durante el año 2020 el petróleo llegó a cotizar en negativo, porque había tal exceso de producción que no se sabía donde “meter” dicho petróleo. Finalmente, el mercado volvió a la cordura y a cotizar precios normales.
Del mismo modo hay una crisis de semiconductores que en parte se debe a las alteraciones de la oferta y la demanda que ha producido la crisis de la pandemia, y que ha afectado a la producción de bienes en el primer mundo, como la fabricación de coches.
El Covid-19 ha puesto a prueba a la economía mundial, que, como hemos indicado anteriormente, ha reaccionado de manera ágil, a través del teletrabajo, las vacunas y las ayudas gubernamentales.
El problema viene por dos crisis anteriores que han dado la cara en el peor momento. Una es la crisis energética. Los precios de la energía han subido debido fundamentalmente a las extremas temperaturas que se están dando a nivel mundial y al esfuerzo por tener una economía verde que en el corto plazo resulta más caro.
La otra es la crisis monetaria. Desde el 2008 los bancos centrales implementaron una política monetaria no convencional, consistente en tipos de interés cercanos a 0 y la “impresión” de dinero a través de programas de QE. Básicamente esto significa que haya estímulos monetarios para que la economía no caiga en deflación y crezca lo máximo posible.
Estas dos crisis, unidas a los desequilibrios de la crisis económica originada por el Covid-19, han traído una inflación, que ya reconocen los bancos centrales que no es coyuntural sino estructural.
Dos posiciones: Catastrofistas vs Optimistas
En este punto dos son las posiciones posibles: la de los jeremíacos o catastrofistas y la de los oficialistas u optimistas.
Desde un punto de vista catastrofista, se puede argumentar que estamos en una tormenta perfecta: Covid-19, crisis monetaria y crisis energética. Además, la crisis del 2008 se cerró en falso, con una huída hacia delante monetaria, que no solucionó los problemas de fondo. La crisis del 2008 siguió los mismos pasos que la de 1929, que no tuvo solución, sino cuando estalló la Segunda Guerra Mundial.
Desde un punto de vista optimista, se argumentará que la economía se ha visto en situaciones peores y que la flexibilidad de la misma hará que a través de la subida de intereses o reducción de los estímulos monetarios se ajuste la demanda y todo vuelva al equilibrio. Nunca la tecnología ha sido tan avanzada, y, por tanto, no hay razón para una crisis.
El autor de este artículo desea que los segundos tengan razón, pero considera que no hay que obviar las razones de los primeros para que los optimistas salgan triunfadores.