La salida del Reino Unido de la Unión Europea, el Brexit, ha supuesto un varapalo para el proyecto de Unión en Europa. En este artículo argumentamos cómo podrían haber influído los intereses que tiene el Reino Unido en la City de Londres en dicho Brexit.
Antecedentes
El Reino Unido nunca fue un entusiasta del proyecto de Unión Europea. No fue uno de los miembros fundadores de la Comunidad Económica Europea. En 1984, Margaret Thatcher negoció el llamado cheque británico, un descuento en la contribución del Reino Unido al presupuesto de la Unión Europea. Su moneda, la libra, no fue sustituida por la moneda común europea, el euro.
Preservar el Poder de la City
A pesar de estos antecedentes, no deja de ser sorprendente que finalmente el Brexit se haya producido y que el Reino Unido haya salido de la Unión Europea. Pero, ¿cuáles son algunas de las razones que han llevado a esta situación? ¿Cuál ha sido el desencadenante final de esta ruptura?
Una de ellos, sin duda, ha sido la intención por parte del gobierno británico de preservar el poder de la City, en parte amenazado por la legislación de la Unión Europea. Además, la falta de fe de las instituciones británicas en el proyecto del euro también ha influido para que se produjera el Brexit.
La City de Londres es el histórico distrito financiero donde se encuentran los edificios de la Bolsa y el Banco de Inglaterra. Es el distrito financiero más importante del mundo, donde diariamente se compran y se venden productos financieros por valor de la tercera parte del total del dinero que se mueve en todo el planeta. Además, genera el 9% del Producto Interior Bruto del país británico y un 35% de sus exportaciones.
Debido a la crisis financiera que tuvo lugar en 2008, la Unión Europea puso en marcha una directiva para regular, principalmente, a los hedge fund, la AIFMD, que dotara a los mismos de mayor transparencia. Esta directiva fue recibida en ciertos círculos de la City con críticas, al ser vista como motivada por una intención política que culpaba a la City de la crisis financiera de 2008, y que perjudicaría en gran medida a los intereses de este centro financiero.
La City de Londres es el histórico distrito financiero más importante del mundo.
El 28 de Octubre de 2011, nueve años antes del Brexit, David Cameron, Primer Ministro del Reino Unido, dijo que la City de Londres estaba bajo el “ataque constante” de las directivas europeas y que la industria financiera era de un interés nacional clave y que debía ser defendida.
Estas declaraciones se producían tras el acuerdo alcanzado por la UE de recapitalizar los bancos europeos, hacer una quita del 50% de la deuda griega y fomentar el principal fondo de rescate de la eurozona.
Como parte de este acuerdo, se esperaba una mayor integración fiscal entre los 17 países de la eurozona, lo que podría excluir a miembros de la UE no del euro, como Gran Bretaña, de decisiones claves.
En definitiva, el gobierno de Camerón vio como una amenaza a la City la regulación europea además de la mayor integración económica de los países miembros del Euro, que podían excluir al Reino Unido de la toma de decisiones importantes.
Cameron negoció con la Unión Europea, en 2015-2016, como parte de la renegociación de la pertenencia del Reino unido a la UE, entre otras cosas, la llamada “tarjeta roja”, con la intención de que grupos de países pudieran bloquear o reformar normas de la UE, y así que el poder británico no se “diluyera” en las instituciones europeas. Este acuerdo no entró finalmente en vigor.
Por otro lado, Boris Johnson, siendo alcalde de Londres, en 2011, escribió al presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, indicando su oposición a imponer un impuesto a las transacciones financieras, la llamada Tasa Tobin, que podría afectar negativamente a los puestos de trabajo en la City de Londres.
Como podemos observar, existían razones “financieras” que quizás hicieron que el Reino Unido se sintiera discriminado por la legislación europea. Además, el rescate del BCE al sector financiero europeo de 2011, quizás alejó al gobierno británico del proyecto europeo, al considerar este rescate como de un riesgo muy elevado, ya que implicaba inyectar grandes cantidades de dinero para salvar las economías, principalmente, del sur de Europa.
Perspectivas de la City y el Reino Unido tras el Brexit
Pero una vez producido el Brexit, ¿cuáles son las perspectivas financieras de la City y del Reino Unido?
Existe una incertidumbre sobre cuál será la relación entre el Reino Unido y la UE una vez termine el periodo de transición en enero de 2021, ya que hasta entonces no habrá un impacto económico directo.
Los bancos británicos y entidades financieras que operan en Reino Unido no podrán mantener su lugar privilegiado para operar en Europa al perder el pasaporte europeo, un documento imprescindible para comerciar libremente en la UE. Esto favorecerá a otras plazas financieras europeas como París, Fráncfort, Dublín o Luxemburgo.
Actualmente, la City quiere mejorar el actual sistema de equivalencia regulatoria ofrecido al Reino Unido, que es con el que la Unión Europea permite el acceso financiero a terceros países. El Reino Unido quiere conseguir un sistema hecho a medida, que además le dotase de una cierta independencia normativa.
La salida del 31 de enero, no ha supuesto una gran pérdida de empleos para la City – unos 7000 se han trasladado a Fráncfort, Luxemburgo o Dublín – y en cambio, en círculos de la City, se prevé la creación de unos 100.000 nuevos empleos para 2030 en el “boyante” sector “fintech” o de empresas tecnológicas de servicios financieros.
En cuanto a la salud del sistema financiero británico, en Diciembre de 2019 las principales entidades financieras británicas aprobaron el último test de estrés anual antes de que el Reino Unido materializara su salida de la Unión Europea. La simulación prevé una contracción del 4,7% del PIB británico, del 2,6% a nivel mundial, y un aumento de la tasa de desempleo en el Reino Unido desde el 3,8% actual a un 9,2%, entre otros factores.
Incluso tras someterse a esas adversidades, los principales bancos británicos mantendrían, en conjunto, un ratio de capital de calidad (CET1) más de dos veces superior al que registraban antes del comienzo de la crisis económica del 2008.
Conclusiones
Desde una perspectiva objetiva, podemos concluir que existían razones financieras para que el gobierno británico estuviera a favor del Brexit. Los intereses de la City, junto con el hecho de que el Reino Unido no perteneciese al euro, podrían hacer que fuera más interesante para ésta mantenerse fuera de la Unión Europea, y no asumir los riesgos que una unión monetaria como el euro pudiera conllevar.
Si el Reino Unido no quería profundizar en el proyecto europeo, adoptando, por ejemplo, el euro, haber mantenido el statu quo previo al Brexit posiblemente le habría puesto en una situación donde su relevancia política hubiera sido cada vez menor, donde hubiera tenido que aceptar normas europeas, como la AIFMD, que quizás no hubieran ido en su interés sino en el del resto de países europeos.
En cierto modo, el Reino Unido hubiera quedado en “tierra de nadie”. A través del Brexit habrá optado por la unión con la “familia de Gran Bretaña”, como ha mencionado Boris Johnson, como puede verse por la celeridad que está negociando un acuerdo comercial con los Estados Unidos.
Nunca se llegará a saber si ha sido acertada o no la decisión del Reino unido, de lo que sí que no habrá ninguna duda es de que las negociaciones que aún quedan por delante se deberán hacer mirando al interés general de los ciudadanos, sin ningún ánimo de revancha, ya que la decisión del Reino Unido de salirse de la Unión Europea debe ser respetada aunque no sea compartida por un gran número de personas.
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