¿Es correcto el debate sobre la privatización de la sanidad pública? ¿Estamos hablando de lo mismo?
Sanidad pública vs. Sanidad privada
Existe un debate sobre el peso que la sanidad publica y la sanidad privada deberían tener. Sin embargo, este debate suele estar mal enfocado. La sanidad publica y la sanidad privada no son antagónicas, sino que son complementarias.
Cuanta más gente se haga un seguro privado de medicina, más plazas libres quedarán en el sistema público para atender a los enfermos. La cuestión que realmente se debe debatir es si se debe invertir más o menos dinero en la sanidad pública, teniendo en cuenta que los recursos son limitados.
Lo primero que se debe aclarar es que no es necesariamente más eficaz la sanidad privada que la pública. Por su propia naturaleza tienen ámbitos distintos de actuación. Los gastos de asistencia corrientes, normalmente los que atienden los seguros privados, son de menor coste que las enfermedades más graves, que suelen ser tratadas por los sistemas de salud público.
Eficacia de la sanidad
Por tanto, lo primero que se deben crear son indicadores de gestión que comparen la eficiencia de ambos sistemas. Estos indicadores de gestión, que de existir ya deberían hacerse públicos, también servirían para comparar los distintos sistemas de sanidad regionales, pues tienen gestión separada, y para comparar los sistemas de sanidad consigo mismo, pudiendo ver la tendencia en la mejora o no de la gestión en el tiempo.
En general, es normal que el gasto en sanidad aumente, puesto que cada vez se desarrollan más tratamientos para luchar contra las enfermedades y gozamos de una mayor esperanza de vida. Los recursos, claro, son siempre limitados, pero las sociedades deben tomar decisiones de en qué se quieren gastar el dinero.
Existe una tendencia también a subcontratar actividades a hospitales privados. De nuevo se debe comprobar si la eficiencia de estos servicios es mayor y no solo asumir directamente que la sanidad privada es más eficaz. Hay que tener en cuenta que una sanidad universal y pública hace que la burocracia sea menor, pues, por ejemplo, no hay que comprobar si el paciente tiene derecho a un tratamiento o no, y, además, hace que el sistema de salud tenga una mayor fuerza de negociación con los proveedores.
Prevención
A parte de estos temas, se debería pensar que la gestión de la sanidad no es sólo la gestión de los hospitales y de los centros de salud. Se debe mirar la gestión de la sanidad globalmente. Por ejemplo, afrontando cómo se debe informar a los ciudadanos de los cuidados que han de tener para mejorar su salud.
Por poner un ejemplo, todos sabemos que ciertos alimentos, como los refrescos azucarados, no son sanos, y, sin embargo, no se informa de la manera adecuada a la población de sus efectos nocivos. Indirectamente, si se toman las medidas adecuadas en materia de prevención, el gasto en sanidad disminuye y mejora la salud, en definitiva, de las personas.
En Estados Unidos, el sistema de salud es principalmente privado, basado en los seguros que los trabajadores tienen a través de las empresas. Este sistema no consigue niveles de eficiencia elevados, sino que además tiene mucha burocracia.
Esto no quiere decir que haya que cerrarse a la cooperación público-privada, pero tampoco se debe aceptar como una verdad indiscutible que la gestión privada sea mejor que la pública. De hecho, la existencia de la sanidad privada hace también que la eficacia de la pública aumente.
La vocación de una sociedad por la salud también es importante. No es casualidad que las notas para el acceso en la universidad a medicina en España sean las más altas. Esto hace que el nivel de los profesionales sea mayor y haya una mayor oferta de médicos (lo cual también rebaja el coste de los profesionales).
En definitiva, la cuestión no es si sanidad privada o sanidad pública, sino si más o menos sanidad.