De siempre ha habido ricos y pobres, pero la primera cuestión que se plantea es si esto debe ser así. ¿Es lícito que haya gente que gane o tenga más dinero que otros? ¿Es justo? Evidentemente, si alguien se esfuerza más que los demás o si tiene mayores capacidades debería ganar más dinero que los demás. De no ser así se fomentaría el no esforzarse o se premiaría a los menos capaces.
Sin embargo, puede haber injusticias sociales que lleven a una disparidad de ingresos y de riqueza que no deban ser aceptadas y que además lleven a un peor funcionamiento económico de la sociedad.
El mundo es cada vez menos desigual. A partir del año 1914, después de la Primera Guerra Mundial, y hasta el 1980, se produjo un gran avance en la igualdad económica mundial. Principalmente, se creó una clase media patrimonial.
En Europa, en 1980, el 10% más rico poseía el 50% de la riqueza, el 40% siguiente poseía el 40% de la riqueza, y el 50% más pobre, poseía el 10% de la riqueza. Se puede observar que, aunque todavía existe una diferencia entre los más ricos y los más pobres, existe una clase media que, principalmente, a través de la posesión de su vivienda, se convierten en propietarios y crean la conocida “clase media”.
Esta igualdad se produjo principalmente debido a unas políticas fiscales progresivas, donde tributan más los que más tienen, y a un desarrollo de las políticas sociales, con un incremento del estado de bienestar.
Un error que se comete con las métricas de la igualdad económica es que no se suelen acompañar con datos sobre la riqueza o pobreza general. Así, en los últimos años, en Venezuela la igualdad económica ha mejorado, pero la pobreza es mucho mayor. Se consigue una igualdad económica, pero por abajo.
Otro acontecimiento económico mundial que hizo que la desigualdad económica fuera menor fue la transformación de los bienes coloniales en deuda del estado, para financiar principalmente la Segunda Guerra Mundial, y las políticas que siguieron algunos gobiernos para reducir esta deuda.
Por ejemplo, en Francia se toleró una inflación en los años de la postguerra que hicieron que la deuda pública disminuyera. Esta política, sin embargo, perjudicó a muchos pequeños ahorradores y muchas de las grandes fortunas esquivaron la inflación al invertir en activos inmobiliarios y acciones.
A partir de 1980, con la introducción de políticas neoliberales, la desigualdad en Europa y Estados Unidos aumentó. Una de las razones es la globalización. Muchos de los trabajadores poco cualificados tuvieron que competir directamente con trabajadores de otros países lejanos con sueldos más bajos.
Sin embargo, si se midiera la desigualdad en estos países, principalmente asiáticos, probablemente se vería que la riqueza allí se incrementó y, además, la desigualdad disminuyó.
La mayoría de los partidos de izquierda tienen como bandera su lucha contra la desigualdad económica. Sin duda hay políticas que ayudan a que esta desigualdad se haga menor, pero un argumento en contra de estas políticas es que pueden llevar a una disminución de la riqueza: conseguir una igualdad por abajo.
Un ejemplo podemos verlo en un excesivo gasto por parte del gobierno, que puede llevar al despilfarro, y que puede generar deudas que tengan que ser pagadas por las generaciones posteriores.
Sin embargo, la igualdad económica debe ser un objetivo común pues hace que se viva en una sociedad más cohesionada y, además, consigue que el rendimiento económico general mejore.