En este artículo repasamos las consecuencias de la globalización y sugerimos algunas medidas que pudieran hacer que ésta se implementase a un ritmo que fuera más asumible por las distintas economías.
George Soros
George Soros es un magnate e inversor financiero húngaro de origen judío y naturalizado estadounidense. Es una de las personas más ricas del mundo y entre otras actividades es presidente de la Open Society Foundations, que apoya financieramente a los grupos de la sociedad civil con el fin de promover la justicia, la educación, la salud pública y los medios independientes. Se calcula que entre 1979 y 2011 donó más de ocho mil millones de dólares a dichas causas.
Sin duda, una fundación con dichos principios, no debería si no suscitar adhesión y apoyo. Sin embargo, desde distintos focos de opinión se le acusa de ir en contra de ciertas instituciones, como la Unión Europea, y de fomentar una fuerte globalización.
De hecho, en un artículo reciente, George Soros defiende la concesión de deuda perpetua a los países miembros de la Unión Europea, en vez de deuda conjunta, por asumir que se estaría concediendo una deuda a una institución que podría dejar de existir en el futuro.
Reacción a la globalización
George Soros podría ser la punta de lanza de la ideología que defiende la globalización a capa y espada, que lleva ya años siendo implementada, pero que, sobre todo, desde la crisis del 2008, ha generado movimientos políticos contra la misma, haciendo surgir movimientos nacionalistas en distintos países.
Uno de estos movimientos ha sido la llegada de Trump a la Casablanca hace cuatro años, desde donde ha tomado medidas para frenar esta corriente impulsora de la globalización, como ha sido la guerra comercial con China y la introducción de aranceles.
Ganadores y Perdedores
La globalización defiende, entre otras cosas, la libertad de capitales, el libre comercio y la desregulación de los mercados para favorecer este libre comercio.
Las clases medias de los países desarrollados, incluidos la de EE.UU., se han visto perjudicadas en parte por esta política. En cierto modo, la clase media/baja de estos países no pueden competir con la clase media/baja de países como China, con sueldos más baratos y mayor productividad, que se ven beneficiadas por un comercio sin trabas arancelarias o de otro tipo.
La inmigración masiva, además, hace que las clases menos pudientes de los países desarrollados también se vean perjudicadas pues compiten de nuevo con inmigrantes con salarios más bajos.
También hay, por otro lado, clases beneficiadas por esta globalización, como son las de alta formación, donde las empresas para las que trabajan se han beneficiado de mercados abiertos donde sus productos son competitivos.
Libertad de movimiento de capitales
Sin embargo, la globalización tiene también un gran impacto en la libertad de movimiento de capitales. La crisis del 2008 se produjo, principalmente, por un exceso de oferta de capital que produjo una gran burbuja inmobiliaria. La libertad de capitales hace que estos puedan trasladarse a aquellas jurisdicciones (p.ej. paraísos fiscales) que les ofrezcan mejores condiciones fiscales. Paradójicamente, esto hace que crezcan sin medida y que finalmente produzcan burbujas financieras.
El propio George Soros, en un reciente artículo, afirma que existen muchos fondos de inversión de seguros en Europa, con alta oferta de capital, que están interesados en invertir en deuda perpetua. Es decir, existe una amplia oferta de capital que encuentra dificultades en qué ser invertidas, y que siguen buscando a los estados como deudores fiables, aunque esto signifique no exigir su inversión ni en el largo plazo.
Conclusiones
La globalización es sin duda beneficiosa para el conjunto de la economía. En principio, consigue una mejor asignación de los recursos, donde cada país puede especializarse en un área de la economía y donde el capital puede financiar aquellos proyectos más rentables.
Sin embargo, lo que estaría en cuestión es el ritmo de la globalización. No se deberían introducir cambios bruscos que no permitieran, por ejemplo, a ciertas capas de la población a adaptarse a unas circunstancias para las que no estarían preparados.
Del mismo modo, no se deberían permitir zonas de impunidad fiscal, o paraísos fiscales, que anulan la capacidad de los estados de redistribuir la riqueza de una manera justa, que compense, en cierta medida, los efectos negativos que pueda tener esta globalización.