¿A dónde van los excesos de capital que genera la economía? En este artículo repasamos el destino de este dinero y como puede influir en la economía mundial.
Las acciones mundiales tienen un valor equivalente al 123,4% del PIB mundial. En Estados Unidos, como puede verse en el gráfico adjunto, esta ratio es aún mayor. También puede verse en dicho gráfico que el retorno anual medio de las acciones ha descendido desde el 20% de los años 50 hasta menos del 5% actualmente.
Lo que esto quiere decir es que el capital invertido en bolsa es cada vez mayor con respecto al PIB y que, además, el rendimiento de este es cada vez menor.
Esta tendencia es parecida también en el mercado inmobiliario. Actualmente el stock de viviendas construidas es en España unas cinco veces el PIB. Además, el precio del mismo se ha incrementado, a pesar del estallido de la burbuja inmobiliaria, de unos 300 €/m2 en 1985 a unos 2000 €/m2 en 2012. Esto influye en que las hipotecas concedidas cada vez sean a mayor plazo de tiempo, y que así, los compradores puedan pagar las cuotas correspondientes.
En la deuda ocurre algo similar. La relación deuda/PIB mundial alcanzó el 365% del PIB en 2020. La deuda en los mercados desarrollados superó el 432% del PIB en el tercer trimestre de 2020, más de 50 puntos porcentuales con respecto a 2019. Este aumento de la deuda hace que los pagos de la misma sean elevados a pesar de los bajos tipos de interés.
Pero, ¿por qué ocurre esto? En principio, según aumenta la riqueza económica del mundo (nunca el mundo ha sido tan rico como ahora, a pesar de las crisis acontecidas) se generan más excedentes de capital. Estos se reinvierten en proyectos productivos para conseguir, de nuevo, una mayor riqueza.
Sin embargo, cuando el crecimiento económico se detiene (los índices de crecimiento de las economías desarrolladas son cada vez menores), esos excedentes de capital no se reinvierten necesariamente en “proyectos productivos” sino en otros de carácter especulativo. Así, el valor de las acciones, del sector inmobiliario o de la deuda se incrementa. Este incremento hace que se produzcan distorsiones en la economía, que dificultan que los ciudadanos puedan desarrollar su actividad económica con normalidad. La vivienda se encarece, la deuda se incrementa y las acciones pueden sufrir burbujas que minan los ahorros de la población.
Y ¿tiene esto remedio? Si se consiguieran crecimientos elevados de la economía, el problema desaparecía. Todo ese capital generado se emplearía en aumentar la riqueza general. Sin embargo, el mayor desarrollo en los últimos años, viene dado por las empresas de las nuevas tecnologías. Estas empresas, cuyo rendimiento es innegable, no necesitan de tanto capital, por lo que el exceso de capital no se soluciona.
La otra vía es explorar el potencial crecimiento de regiones con gran posibilidad de expansión, como Latinoamérica o África, aunque deben generar la suficiente confianza para los inversores. En esta línea se sitúan ideas de crear un Plan Marshal para África.
Por último, una de las opciones es crear un impuesto al capital, en la línea de lo sugerido por Thomas Piketty. De esta manera dicho capital se transformaría en combustible para la economía, con el peligro, eso sí, de que pudiera generar inflación.
En definitiva, el exceso de capital es positivo si se consigue invertir en proyectos productivos, de lo contrario se genera un aumento del valor del capital que puede ser negativo para los ciudadanos.