Desde la antigüedad el ser humano ha intercambiado cosas con otras personas para cubrir sus propias necesidades. La aparición del dinero fue un proceso a lo largo de años que ha llegado hasta hoy.
Primero se hizo mediante el trueque que era la acción de dar una cosa y recibir otra a cambio. Después con el intercambio dando diferente valor relativo a las cosas a través de bienes como semillas, especias, la sal, la piel de ganado, el ámbar, conchas, metales como el cobre, plata y oro, cacao e incluso plumas exóticas.
Y finalmente se estableció el dinero como medio legal de pago aceptado por todos en forma de monedas y billetes que ha llegado hasta la actualidad y que asigna precio a las cosas (que es el valor o número de unidades monetarias necesarias para comprar algo).
El dinero surgió por razones políticas, religiosas, sociales, comerciales y económicas. El hombre ha visto necesario intercambiar con otros de alguna forma desde bienes y objetos hasta servicios, pago de tributos a reyes y gobernantes, saldar deudas, dar ofrendas, indemnizaciones a víctimas por delitos cometidos por otros… el surgimiento del dinero era una necesidad.
Uno de los primeros desafíos fue el control y la estabilidad dentro del mundo de los intercambios. Lo que llevó por ejemplo a seleccionar que los metales preciosos como el oro y la plata y no preciosos como el cobre, se posicionasen como la mejor opción para darle valor a las cosas. Pues se exigía que este medio de intercambio fuese fácilmente almacenable, no perecedero, divisible, inalterable y fácil de transportar.
Las primeras monedas de oro, plata y cobre
Al inicio estos metales se contabilizaban al peso, en forma de pepitas, insertados en telas o como polvo… pero era difícil comprobar su peso con exactitud así como su pureza y ley y por seguridad, comenzaron a realizarse acuñaciones con sellos o marcas para garantizar su calidad y peso.
Posteriormente se llevaría a cabo el proceso de troquelar (recortar con precisión las piezas) para evitar problemas como el fraude. Surgiendo así las primeras monedas que venían a ser piezas de metal generalmente redondas, con relieves en cada cara, a las que se les asignaba un valor económico determinado y se empleaban como medio de pago legal entre todos.
Las monedas por tanto tienen su valor intrínseco acuñado en el valor de su metal y sus inscripciones y dibujos.
Es en Mesopotamia donde surge la primera ceca o Casa de la Moneda en el siglo VI al VII a.C. y se encargaba de su elaboración pero se ha descubierto que ya en Lidia (Asia Menor) China e India se troceaban pequeñas porciones de metales y se señalaban para ser identificados como medios de intercambio.
Billete, la moneda en papel
La aparición del billete surge en China alrededor del siglo IX d.C. durante la Dinastía Tang, como forma de evitar llevar el peso de las monedas sobre uno mismo en trayectos y viajes de la época.
A Occidente los billetes llegarían en el siglo XIV aunque por entonces se utilizaban los pagarés y promesas de pago en papel, que eran cantidades que se depositaban en los comercios especializados que posteriormente serían los bancos.
Por esa época también se custodiaban el oro y las joyas por parte de los orfebres que daban un resguardo en papel sellado y firmado que era aceptado como método de pago. Así empezaron a circular pagarés, bonos, vales… entre la gente.
Los Bancos
Es en el siglo XVIII cuando comienzan a establecerse los Bancos como entidades para satisfacer las necesidades de particulares y de los estados en forma de centros de emisión de billetes que sustituían de forma aceptada a los otros métodos de intercambio.
En España, el Banco de San Carlos fue el primer emisor de billetes en 1783, y es el antecedente del Banco de España de 1784. Será con la revolución industrial del siglo XIX que los bancos fueron impulsados por la gran demanda financiera que existía y que el billete se estableciese definitivamente hasta hoy.
Las transacciones actuales y la tecnología actual, demandan el dinero digital como el bitcoin para un futuro…
¿Cómo nos adaptaremos?