La Gran Recesión de 2008
Por Gran Recesión se conoce a la crisis económica que comenzó en el año 2008 con origen en Estados Unidos y que se extendió mundialmente.
Se originó tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, con origen en la crisis de las hipotecas subprime. Estas hipotecas eran concedidas por los bancos a los clientes con peor perfil crediticio, que fueron las primeras que sufrieron impagos.
En 2008 cayó el banco americano Lehman Brothers, hecho que se considera como el inicio de la Gran Recesión. Este banco quebró por su alta exposición a las hipotecas subprime.
Las razones de la crisis vinieron por el parón del crédito o “credit Crunch” en inglés, y el parón en la construcción, lo que hace que toda la economía se contagie y se frene la actividad económica.
Para solventar la situación, los gobiernos tuvieron que realizar numerosos rescates financieros para evitar la quiebra de todo el sistema financiero, esto llevo a una posterior crisis de deuda, especialmente en la eurozona.
Los cuatro países más afectados por esta crisis fueron Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda y España, por haber sido los países más endeudados durante la burbuja inmobiliaria.
Además de los rescates financieros, los bancos centrales, de manera coordinada, aplicaron una política de estímulos monetarios consistente en la bajada de tipos de interés y en la inyección de liquidez, para conseguir que la economía no entrase en depresión.
Una de las consecuencias más graves de la crisis para la población fueron los desahucios. Muchos ciudadanos se habían endeudado altamente, y al llegar la crisis perdieron sus puestos de trabajo, no pudieron pagar sus deudas hipotecarias y perdieron sus viviendas.
La Gran Recesión tiene ciertas analogías con la Gran Depresión del 29, donde también hubo burbujas financieras, en el caso de la Gran Depresión principalmente bursátiles. Como el nombre indica fue más dura la Gran Depresión, entre otras razones porque los países entraron en una espiral de enfrentamiento en vez de colaboración, produciéndose guerras cambiarias y finalmente, según algunos autores la Segunda Guerra Mundial.
Con las políticas de rescates y de intervención de los bancos centrales, se consiguió aminorar los efectos de la Gran Recesión, aunque con unos índices de crecimiento bajos y con la incertidumbre de qué pasará con el tapering, que es la retirada de los estímulos financieros por parte de los bancos centrales.